Los ciegos y el elefante

Los ciegos y el elefante

Los ciegos y el elefante

Esta vez te acerco una  parábola islámica:

«Érase una vez en la India, que unos pobres ciegos iban por una carretera polvorienta, guiados por un amable caballero de edad madura, que todavía tenía buena vista. A cualquier parte que llegaban, el anciano les hablaba de las maravillosas cosas que se veían y de lo que ocurría en torno a ellos, haciendo las veces de guía como si fuera los ojos de repuesto de los ciegos.

Aquí les explicaba la belleza de un templo; allá les decía que palparan la cara de una estatua. A veces los invidentes gritaban de alegría, pues nunca habían experimentado cosas tan interesantes.

Un día, el anciano les anunció que tenía algo especial. Más adelante en el camino, dijo, hay un elefante, que es una de las bestias más maravillosas.
Tendréis la oportunidad, no muy frecuente, de palparlo.

Llenos de alegría, los ciegos bajo la dirección del anciano, se acercaron al enorme animal y lo tocaron. Al cabo de un instante, el elefante, irritado, se marchó corriendo, dejándolos en medio del camino.

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Entusiasmados con esa nueva experiencia, se deshacían en exclamaciones sobre el maravilloso monstruo que habían tocado por primera vez. El que había palpado una pata del paquidermo, exclamó:

¡Oh, el elefante es una bestia maravillosa, es como un gran árbol, pero fuerte como una roca!

-No!, exclamó el segundo que había tanteado la trompa; el elefante es como una gran serpiente que se mueve lentamente hacía atrás y hacía adelante.

-¡Imposible!_, gritó otro que había tocado la oreja del animal, están locos los dos, pues el elefante es como una enorme hoja de árbol, amplia y delgada.

El cuarto, recordando la cola del elefante, no hacía sino comentar sobre aquella cosa extraña: era un animal en forma de rama, largo y delgado.

El quinto, molesto por las tonterías que estaba oyendo de los demás, les explicó que era como un enorme muro (ya que había palpado al elefante por un costado).
Los cinco ciegos, antes buenos amigos, entraron en violenta discusión sobre cuál era la naturaleza verdadera de los elefantes.

Por fin, molestos y descorazonados por la ignorancia de los demás, cada uno tomó diferentes direcciones y nunca más se volvieron a hablar.»

Recordás el esquema del observador en el capítulo anterior. Bueno, ahora imaginá que las personas nos relacionamos desde el tipo de observador que estamos siendo.

¿Cuántas veces, te ha sucedido algo similar a lo sucedió en la parábola?

¿Quién tiene razón?

¿Quién esta equivocado?

¿Qué necesitarían aprender estas personas?

¿Cuántas veces te alejaste de una persona, porque no ve lo que vos ves?

Por lo general los que son nuestros amigos, o con los que nos sentimos a gusto, son personas para las que la realidad que perciben tienen muchos puntos similares a los nuestros. Ven la vida desde un lugar similar.

Pero cuando nos encontramos con alguien que nos desafía, con el que podemos entrar en conflicto, es una persona que ve algo diferente a lo que  podemos ver.

Yo veo algo que el no ve , y el ve algo que yo no veo.

¿ Te das cuenta por qué puede surgir el conflicto?

¿Te gustaría mejorar tus comunicaciones interpersonales?

¿Poder aceptar otras opiniones y hacer que respeten las tuyas?

Entremos en contacto!

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