Este cuento lo había escuchado hace unos años atrás, y por fin lo encontré! Espero te resulte interesante, luego que lo leas me gustaría cerrar este espacio con algunos puntos que pueden contribuir a ampliar tus distinciones. Que lo disfrutes!
Las galletas
A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente.
La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe… y toma otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. » No podrá ser tan caradura», piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.
– ¡Gracias! – dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
– De nada – contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: » Insolente».
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas… ¡Intacto!
(Autor:Jorge Bucay)
Y ahora te pregunto:
¿Qué sentiste al leer este breve cuento?
¿Alguna vez te encontraste en alguna situación similar?
¿Qué habría pasado si la señora hubiera compartido su inquietud?
¿Cuáles son los precios que a veces pagás por no abrir conversaciones?
¿ Y por enjuiciar?
¿Te parece que la percepción de la señora se vió afectada por esos juicios?
¿Qué tipo de observador está siendo esta señora?
¿Qué perjuicios puede acarrear ser este tipo de observador?
En Creativa Consulting tenemos diversos entrenamientos grupales e individuales para brindarte herramientas que te permitan mejorar tus conversaciones y que puedas generar un nuevo espacio de posibilidades y mejorar tus vínculos interpersonales.
Esperamos tus consultas:
info@creativaconsulting.com.ar
Te dejo un afectuoso saludo!
Lic. Sonia Grotz