Había una vez, un hombre pobre. No tenía nada que le perteneciera.
Para ganarse la vida, solía ir al bosque cercano, cada mañana, a recoger ramas secas, ramitas, frutas y raíces y solía llevarlas para venderlas en el pueblo.
Lo que ganaba era suficiente para comprar su comida del día.
Una vez, logró recoger algunas fresas excepcionalmente maduras y dulces.
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Se las llevó entonces a un ama de casa que se sintió feliz de comprar algo tan exquisito.
La mujer las iba a ingresar en su casa para pesarlas. Pero cuando estaba entrando, de repente se dio vuelta y le preguntó al muchacho:
¿Quieres ver tu mismo cuánto pesan? ¿O confiarás en mi palabra? ¿Y si te engaño?
El muchacho sonrió y le contestó:
-Señora, no tengo nada que temer. Si me engaña, usted será la única que pierda.
La respuesta sorprendió a la señora de la casa.
Con una mirada de desconcierto en su rostro, le preguntó qué quería decir. Él le contestó:
Si me engaña, yo solo perderé unas fresas. ¡Pero usted perderá mucho más!
¿Reflexionaste acerca de la importancia de obrar con integridad? Cuando obramos con integridad nuestros actos son coherentes con nuestros valores.
¿ Cuánto hace que no prestás atención a tus valores?
¿Buscás solo satisfacer tus necesidades o buscás activamente contribuir para el bien de otras personas?
¿Cumplís con tus compromisos? Y si no podés cumplirlos, ¿ofrecés humildemente tus disculpas?
Este mes de Julio honremos nuestros compromisos.El beneficio no será solo para los otros, sino y en primer lugar nos beneficiaremos nosotros.
Te dejo un afectuoso saludo
Lic. Sonia Grotz
Directora Creativa Consulting